ARQUETIPOS INVISIBLES Y SÍMBOLOS ASTROLÓGICOS

La palabra arquetipo es griega: «arque» significa origen, principio o causa principal, y «tipo» significa algo que ha sido imprimido, moldeado o formado por un golpe brusco.

Los arquetipos eran los dioses de antaño. Caprichosos y a veces fatalistas, sus leyes regían nuestro destino y su energía divina ponía a prueba nuestro temple. En realidad, los dioses y monstruos de la mitología y de las tradiciones religiosas son repeticiones y variaciones de unos pocos arquetipos.

Jung dió a los arquetipos el apodo de «dominantes» y los consideró puntos nodales invisibles ubicados en el inconsciente colectivo. Eran los órganos de la psique y funcionaban como campos magnéticos que emitían energía psíquica constantemente. Los investigadores de mitología denominan a los arquetipos «motivos»: Su energía psíquica nos emociona, apasiona, conmueve.

La invisibilidad del arquetipo dificulta su localización en una carta natal, de hecho los astrólogos de la segunda mitad del siglo XX no consiguieron ponerse de acuerdo a la hora de definir las equivalencias entre la carta astral y el mapa de la psique según Carl G. Jung (1875-1961). Sobre todo al ubicar algunas piezas clave de ese mapa: los arquetipos, el yo (ego), el sí-mismo y los complejos.

Autores como Richard Tarnas (1950) asocian los arquetipos con los planetas y sus movimientos en el cielo; o a Karen Hamaker-Zondag (1952), especializada en Jung, los sitúa en la casa 12 de una carta natal; o a Liz Greene (1946) considera los planetas y signos zodiacales como indicadores de arquetipos.

Los arquetipos son atemporales y pertenecen al mundo psíquico. Por ello nos cuesta asimilar su energía: a veces la percibimos como buena y otras como mala. Detrás de cada arquetipo hay el conflicto entre luz y oscuridad: el bien y el mal. Eso se refleja en la doble “faceta” en que el arquetipo se manifiesta: nos alza al éxito material o nos lleva al fracaso, nos eleva espiritualmente hasta lo más puro o nos hace caer a lo más sucio y mezquino.

SÍMBOLOS

Por fortuna, los arquetipos se hacen perceptibles a nuestra mente a través de símbolos. Mucho más que una simple imagen, un símbolo es una manifestación cargada de energía del arquetipo.

En la astrología, tanto signos zodiacales como planetas y elementos ―fuego, aire, agua y tierra― están plagados de simbolismo. Por tanto, en una carta natal los arquetipos generan constantemente símbolos no solo a través de planetas sino también de signos del zodíaco y elementos.

Un símbolo que refleja la dinámica de los arquetipos es el héroe luchando contra el dragón. El héroe simboliza nuestra consciencia. El dragón simboliza el inconsciente y la energía del arquetipo que debemos aprender a dominar y manejar conscientemente. Cada cual debe incorporar y resistir la energía de los arquetipos hasta convertirse en un ser íntegro y completo, sin volverse loco ni neurótico.

Cuando el arquetipo envía aspectos aparentemente favorables, el ego se infla produciendo endiosamiento y arrogancia; cuando son desfavorables, aparecen pérdidas que desinflan al ego produciendo complejos, humildad e incluso depresión.

De hecho los arquetipos son responsables de muchos de nuestros problemas psicológicos. Aparecen en forma de psicosis cuando los complejos se convierten en entidades con vida propia que nuestra voluntad no puede dominar, o con paranoias que anticipan al arquetipo por todas partes. Aparecen también en forma de neurosis cuando nos causan problemas nerviosos: trastornos compulsivo-obsesivos, ansiedad, fobias y depresión.

El ego es el yo que lo quiere todo bajo control y se cree el centro del mundo: es nuestra parte consciente que percibe todo lo visible y recibe lo procedente de los sentidos.

Astrólogos como Dane Rudhyar (1895-1985) ven en Saturno un indicador del ego, pues Saturno rige el conservadurismo y los límites, y el ego precisamente intenta preservar lo que tiene y limitar lo que no le interesa; otros como Mayo ven al Sol, y también a Saturno-Júpiter y Neptuno Plutón como indicadores del ego; Karen Hamaker-Zondag ve al ego representado por el Sol y las casas 1, 5 y 9; Liz Greene ubica al ego en el Sol y ve a Mercurio como el comunicador, el arquetipo divino haciendo de puente entre el ego y Dios.

EL SÍ-MISMO: LA INTEGRIDAD DEL SER

El sí-mismo es la integridad del ser, la figura del destino que supervisa todo lo que el ego recibe, hasta que complete todo su potencial y alcance la integridad. Figuras que suelen simbolizar integridad son: el círculo, el cuadrado, figuras con cuatro componentes o divididas en cuatro partes. Así, son símbolos de integridad tanto el zodíaco, representado por un círculo con doce signos agrupados en cuatro elementos, como la carta natal: un círculo con cuatro ejes principales: el ascendente/descendente y el medio cielo/casa cuatro.

LOS COMPLEJOS

Un reflejo de la cara negativa de los arquetipos son los complejos. Los complejos se forman cuando acumulamos carga emocional alrededor de un arquetipo. Gracias a observar disasociaciones y fragmentaciones en la psique de enfermos mentales, Jung identificó los complejos y los definió como: personalidades inconscientes, entidades independientes a la conciencia que no podemos controlar, similar a los espíritus y las posesiones de la edad media y la antigüedad.

En la carta natal, astrólogos como Dane Rudhyar situan los complejos alrededor de cada planeta, especialmente si están retrógrados; Karen Hamaker-Zondag ubica los complejos en la casa 8, y asocia a Saturno complejos del ego, a Plutón complejos de poder, a la Luna complejos con la madre, y a Saturno complejos con el padre.

Como astrólogo profesional, he observado complejos asociados a cualquier planeta: no solo cuando están retrógrados, también cuando están debilitados por situación, o en conjunciones, oposiciones e incluso cuadraturas difíciles. Los signos tienen también energía arquetípica y por ello también son motivo de complejos: un planeta colocado en un signo no afín puede generar complejos. El signo del ascendente, sobre todo si no combina con el signo solar, lunar u otros signos prominentes en la carta natal, genera complejos. Los elementos también son motivo de complejos: el elemento que suele fluir más fácil es el regido por el Sol, el ascendente o la Luna. Los complejos aparecen en planetas cuyo elemento no combina con el elemento del Sol, del ascendente o de la Luna.

Una vez ubicado cada complejo, la persona debe darse cuenta de cómo este complejo está actuando en su vida, y en todo caso tratar de frenarlo y disolverlo.

PLANETAS Y COMPLEJOS

El primer paso para prever posibles complejos es determinar la fortaleza o debilidad de cada planeta y ver el signo y el elemento predominante.

El Sol es símbolo del ego y del héroe, de la consciencia que arroja luz sobre aquello que le interesa; símbolo del rey y de la máxima autoridad, también del tirano abusador y autoritario. Se acompleja si no consigue lo quiere, si no se le respeta o si no es el centro de atención.

La Luna es símbolo de madre que nutre y da vida. Su faceta negativa es la madre devoradora o la bruja mala. Es el inconsciente que provee o que engulle y algunos de sus símbolos son: el mar, el dragón, que en sus orígenes era un río (el Nilo o el Éufrates) o el agua en general. Cuando se acompleja da depresión, histeria y trastornos compulsivo-obsesivos.

Mercurio es símbolo de guía de almas y comunicación con los dioses, cuyas técnicas y artes poco a poco nos va revelando. Aparece a veces como mago y otras como ladrón o estafador. Cuando se acompleja da mucho nerviosismo y ansiedad.

Venus es un símbolo de fertilidad y apoyo; de belleza, amor, armonía y dulzura; de abundancia y dinero. Sus excesos traen enfermedades venéreas (de Venus) o problemas con el azúcar o la gota.

Marte simboliza la líbido, el guerrero y el ego. Símbolo de protección, guerra, destrucción, ira y cólera, si no conquista o consigue lo que quiere le produce ansiedad.

Júpiter simboliza expansión y crecimiento, de aquello más grande que uno. Júpiter es símbolo de la religión, de lo sagrado y numinoso, en pocas palabras: de las leyes de Dios. Júpiter agranda el ego, da arrogancia y un exceso de confianza que le lleva a exceder sus límites y arriesgar más de la cuenta. Produce trastornos bipolares, complejo de superioridad, endiosamiento y trastornos compulsivo-obsesivos.

Saturno es el maestro y el ermitaño. Da soledad, limitaciones y enseña disciplina, austeridad y humildad. Sabe marcar los límites y preservar el ego, es muy conservador, tiene sentido común y respeto por las tradiciones En resumen: da maestría. A nivel de complejos, provoca depresión, pesimismo y complejo de inferioridad.

Urano es el cambio radical, la libertad y el desafío a la autoridad, llegando si cabe a la rebelión. Simboliza el genio, el inventor de nuevas tecnologías, el creativo loco e inteligente, el iluminador. A nivel de complejos da nerviosismo y ansiedad. Su mente liberadora lucha contra aquello que le ate y que le produzca depresión.

Neptuno es símbolo del inconsciente y de trascender los límites del mundo material. Da inspiración, imaginación, creatividad y rige la fantasía, la ficción y el sueño. Su tendencia al escapismo, al autoengaño y a la exageración lo hacen proclive a la ansiedad y al pánico. Tiene tendencia a desarrollar fobias, trastornos compulsivo-obsesivos y dependencias: abuso de alcohol, drogas o chocolate (entre otras).

Plutón genera catarsis, transformación, destrucción y regeneración. Simboliza el poder de las fuerzas profundas: libidinosas y elementales (básicas). Refuerza, intensifica y trastoca todo lo que toca, por ello da ansiedad, pánico y puede producir psicosis y la sensación de “estar poseído” (en sentido dionisíaco).

CONCLUSIÓN

Para obtener ayuda astrológica es necesario ubicar en la carta natal los componentes de la psique: arquetipos y sus símbolos; los complejos; el ego (yo) y el sí-mismo (yo superior o guía).

En la carta natal los arquetipos están simbolizados por planetas, signos y elementos. Los arquetipos nos mueven a nivel inconsciente por medio de: sueños, intuición o imágenes cargadas de emoción. La energía del arquetipo puede bloquearnos, conmovernos o movernos a actuar, y habitualmente generamos complejos, ansiedad, depresión y trastornos compulsivo-obsesivos. En la carta natal se pueden identificar en cada planeta y cada signo, y los tránsitos y retornos solares pueden predecir y prevenir su posible formación. Esa ayuda astrológica facilita enormemente el reto más importante del ser humano: la integridad.

Autor: José Luís Belmonte

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